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Reflexión: El hombre y el pozo

pozo

Un hombre llevaba recorriendo un camino sinuoso por mucho tiempo, tenía sed, el calor era intenso, y no encontraba un lugar para beber. De pronto vio un pozo, era algo extraño pues nunca imaginó que en aquellas apartadas tierras pudiera existir algo construido por el hombre, se asomó y vio que tenía agua, pero no había forma de sacar el agua, un lazo una tarja para hacerse con el vital líquido.

Decepcionado el hombre siguió su camino sinuoso y caluroso, al poco tiempo calló desmayado por la deshidratación, poco después un hombre lo encontró, lo reanimó y le dio de beber.

El viejo le preguntó: “¿Acaso no vio el pozo que está unos metros atrás?” A lo que el hombre contestó: “Lo vi, pero no había como obtener el agua”  y el viejo cuestionó nuevamente: “¿Rodeó el pozo?” Molesto con la pregunta el hombre contestó: “No, solo me asomé, vi el agua, vi que no había tarja, ni cuerda, y como estaba muy cansado seguí mi camino, tal vez encontraría algo más adelante, nunca salí de la vereda”.

El viejo le respondió: “Construí ese pozo para que quien anduviera ese camino, tuviera una forma de beber, no hay más que ese pozo en muchos kilómetros a la redonda, ni ríos, ni nada, pero todos los que pasaban se llevaban mi soga y mi tarja, por eso entendí que si alguien quería realmente beber lo único que tenía que hacer era salir un poco del camino y rodearlo, buscar bien, ahí están la soga y la tarja que te hubieran permitido beber, pero preferiste seguir de frente, no te preocupaste por buscar, por cambiar un poco tu ruta, pudiste haber muerto, y sólo por seguir el mismo camino en el que ibas”.